Una pardela en MADRID

¿Por qué el recuerdo se me hace lejano? ¿Por qué voy recordando solo las calles vacías? El humano paisaje que desaparece. Las sonoras músicas que ya no oigo. El incesante repique del viento en las antenas desnudas. La brisa en la cumbre, en mi mar las espumas. Las sonrisas tímidas de las niñas. Las flores de abuela. La insondable platanera. Lagartijas y solaneras. El recuerdo imborrable de las tardes perdidas, las risas, los miedos, la ternura desnuda… Las calles oscuras de inviernos de lluvia. El aire caliente…el viento, la arena. Desnuda memoria. Juegos de mi historia. Memoria imborrable de una niñez tranquila, acunado en brazos de una dulce brisa.  Con el aroma imborrable de una ola rompiendo en la arena. Ahí dejare la pena… Un día cualquiera, una noche serena.

  MARCAS DE LA PIEL. Marcada mi piel con tu olor, sacrifico las horas en vanos deseos. La ausencia aún presente de ti. La frágil necesidad imperante y pasajera. Los años vividos acostumbrados al dolor. Marcadas las horas en fuego. Los silencios, los gritos, los lloros. Todo se desvela como necesario, cotidiano. A veces mundano, divino, demasiado humano. El dolor que sopesa las ausencias. La presencia se hace necesaria, austera. Volcamos la necesidad en dar, en recibir a veces. Los besos, las palabras, los sueños… Se conjugara la risa que ya te voy debiendo. Los vacíos espacios de tiempo, los necesarios abrazos, los primeros vientos cuando la primavera llegue cualquier día a finales de Marzo. Cuando menos esperemos, un día necesario se volverá a marcar el olor de tu piel en mis manos.

Vivo enganchado al amor. A las sonrisas que obran caricias. A los despertares acompañados. Vivo el sueño de tus besos. En el deseo dormido. Y la pasión ensoñada. Vivo en las palabras cortas. En noches largas. En hechos sonoros. En los: “te echo de menos”. Vivo en las certezas indoloras. En distancias incoloras. Busco de la vida sinfonía. Y me encuentro anacronía. Vivo en la eterna mirada. En una risa secuestrada. En cada alma encerrada.

OLVIDO… Perdón por el olvido. Por querer volar fuera del nido. Por los poemas vacíos. Por las pobres palabras. Las vacías alforjas. Mi camino se hace polvoriento. Si no pliego alas cuando hace viento. Si no hago de la noche un lamento. No quiero ser de tu cuerpo un sacrílego. Ni una espiga de viejo trigo. Fulminare el miedo. Con paciencia infinita. En el azul donde te espero. Con la incondicional circunstancia de un beso. En la perdida estela de una fugaz caricia. Y un escondido recuerdo.

    LATIDOS… Sientes el latido de la tierra. El almendro, la higuera… El verde de la platanera… La enhiesta pitera… El volcán y el mar. Todo lo que sabes amar. La arena negra, la graja volar… El lagarto que pone su piel a dorar… Viña y pinar… La sangre como lava de volcán. La ausencia que hace al poeta brisa. De allí donde la vida no tiene prisa. Donde la gente te da su pan. Palomas volando… Mi tierra, mi gente… Mi verde manto… Suplica y lamento. Desdicha lejana, corazón presente. Aire caliente, arena candente. Sol de poniente. El mar siempre ausente… Mi tierra…mi gente Y un corazón ausente.