CUENCO VACÍO...
Tejes en tu estomago una telaraña de desamor,
De leche aguada, pan duro y si cae algo de caridad de
algún ganador.
No mereces ser mercancía de burlones adefesios, ni
de inútiles parlanchines.
Hambre que encoje el cuerpo, que destroza el corazón.
Papel mojado por culpa de la ambición.
¡Mi niño de ojos de hambre! De desgarradas ilusiones,
vanas esperanzas, e intratables argumentos.
Tú no lo buscaste, no lo querías, solo sufres las heridas
de una trama podrida.
Niño desgarrado de palabras calladas, vacíos cuencos de
hambre desbordados.
Estomago doliente de penas. Miserias de los que hablan sin parar
y que poca esperanza dan.
Mueres como muere la ilusión, despacio, en silencio y con esa mirada que
hace que yo - al menos yo- te quiera.
Niño de ojos abiertos, de hambre dolente y estomago impaciente.
Eres conciencia de delincuentes, de manos relucientes, indolentes.
¡Niño de mi futuro incipiente, niño como libro no abierto! Tumba viva
de ineptos arquitectos, de idiotas de pensamiento e inhumanos despropósitos.
Ojos abiertos, callado como el sol de la tarde que poco a poco se oculta.
¡Niño! …de cuencos vacíos…azote de parásitos
Juan Salvador Pérez.
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