Alma de hambre...
Se me agría el hambre ajena en la razón.
De ropa prestada los domingos y pocas ferias al año.
Aláctea sinfonía en un mundo mamífero, dibujos de tardes sin merienda.
Zapatos rotos de desuso, tímida reacción a la belleza.
Se me encoge la razón en diferencia y desilusión, los silencios
desordenados, la ropa prestada y pantalón deshilachado de un último uso.
Negaciones desdibujadas en días de primaveras sin amor y en otoños sin
hojas verdes.
Inviernos en azules intensos, veranos de naranjas obscenos. El olor a la
comida de siempre. La inconsciente envidia de lujos lejanos. Pasos de luz
en vida oscura.
Todo se ilumina con la vida, todo aquello que contaminó la antigua
creencia de una vida ácida y fría.
Vida que se abre camino a través de heridas nunca abiertas en la memoria
que nunca olvida.
En las profundas aguas de un alma intensa.
Poesía de una vida deshilachada por ropas prestadas, de libertad soñada e
inmerecida soledad ruborizada en los ocres olores de los días disipados en
las tristes miradas…en los sueños hechos de trapos y muñecas descabezadas.
Nocturnales monumentos tras el cansino paso de los tiempos perdidos en las huellas de las pocas dichas.
De sinfónica alegría de nueva música que se hace lejana a los pretéritos imperfectos de todos los verbos del dolor.
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