A mis amigos...


Si por un momento me olvido de vivir que alguien me recuerde como fui. Sencillo, desnudo de alma, ingenuo e insignificante.
Porque la vida me fue dada como un regalo, como un extraño presente en manos de mi alma inocente.
Cada vez que sonreí con vosotros recordarlo como una suave brisa en el alma.
Cada vez que llore con vosotros recordarlo como una tormenta en la vida, una tormenta en la que siempre vuelve la calma.
Cada vez que sufrimos juntos, sabed que vuestro sufrir siempre fue mi sufrir, como un día de calor agobiante.
Cada vez amigos que os moleste perdonadme porque a veces suelo ser un niño impertinente como un día de viento del este.
Porque a algunos nunca os he visto,  y a otros solo os conozco de pequeños, pero gracias a vosotros cada día me levanto y sigo construyendo mis sueños.
Porque mi vida la llenáis, como cada puesta de sol que me pierdo. Cada vez que lloráis, amáis, sentís el lloro de un niño, la risa de un joven, el quejar de un viejo, recordad amigos que estoy ahí en cada instante en que me recordáis. En cada momento, en cada silencio, en cada vuelo que hago con mi imaginación por mi playa perdida, allí estáis amigos, como cada mañana en la que me llega la sensación de que no estoy solo, como espuma de mar en arenas mojadas…

            Juan Salvador Pérez Hernández. Una pardela en Madrid





Comentarios

  1. Juan Salvador... como veo que de vez en cuando te entra la nostalgia de tu tierra, dime tu dirección y te mando unos chorizos palmeros, unos "mimos" de c'a Celi, un bote de mojo de doña pancha "la manca", y una botella de licor de cafe de la cueva.

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  2. nunca, nunca , dejes de escribir, un abrazo Salva

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  3. Yo que sólo te conozco por este medio, me gustaria decirte que me ha gustado este sentir o relato, gracias por escribirlo, Carmen Navarro

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