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Mostrando entradas de diciembre, 2016

BESOS DE INVIERNO...

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  Sé que no nacen flores en invierno. Que se secan las hojas que se lleva el viento. Conozco cada recuerdo, cada copo de hielo. Sé que no hay mariposas y que no maravillan con su vuelo. Y suenan campanas lejanas tras brumas de escarcha. Allí donde los sueños aletargan los corazones calientes. Que hay batallas que pierden inocentes. Sé que la luz es tenue, que nace débil, e imperceptible busca sueños. Cada segundo es un mundo impaciente. Conozco casi todos los infiernos. Los escondidos avernos.  No nacen rosas. No vuelan mariposas. Pero conozco la dulzura. Y espero en tu primavera la ternura. Conozco la belleza, los besos de invierno. Y  espero que tu mano acaricie un gramo de mi piel para ser eterno…

DESCONCIERTO...

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El incierto desconcierto de las cosas que no llegan. La luz, y el silencio que te atruena, que te ciega. Los hombres que esperan con las manos llagadas en dolor de ausencias. Matiz violeta de recuerdos espurios. Reyes de la soledad conjurando diabólicos aquelarres. Papel en blanco en la cabeza de un poeta. Tenue hilo de vida donde se balancea una musa. Dioses menores que esperan sus perfectos cosmos. Es ahí donde sigo rasgando poemas. Rompiendo palabras. Callando las risas. Buscando las rimas. Es ahí donde se esconde un mundo tras una cortina invisible. Donde los ángeles juegan con colores de arco iris… Más allá de tus propios matices… Donde solo quedas tú, tus miedos, tus raíces…

NO ES NAVIDAD...

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Hoy no es Navidad. Porque el mundo sigue frío e inmutable. Porque en desamor soy culpable. Hoy no es Navidad… Porque un niño, en algún lugar, llora de hambre. Porque con tanta luz se nos cierran los ojos. Y llora de pena un hombre. Hoy no es Navidad. Porque las cunas están huérfanas de vida, solitarias de risas. Y duerme en la calle la alegría. Hoy no es Navidad. Porque se murió la ilusión borracha de ambición. Porque están desangelados los días, y parece que Dios murió. Porque se nos llena la boca de amor y se nos olvida amar. Hoy no es Navidad… Porque en la necesidad nos olvidamos de ejecutar la sinfonía de los verbos. Hoy no es Navidad… Quizá pronto será. Cuando los porque dejen de ser verdad…

BARRIO...

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Barrio. Oyendo vieja música recordé mis años en las solaneras. Un barrio tranquilo. Sol, lagartos, plataneras… El salitre lejano. El mar cercano. El verde silencio que recorre callejuelas. Juegos y aventuras. Infantes travesuras. Una carretera llena de risa. La vida sin prisa. El viejo árbol donde los jueces sentados al sol dictaban sentencia. Lloramos la primera ausencia. El primer amor. La vida despertaba con un tranquilo candor. Pasaban los días, las risas… Pasaba el amor. Lagartos de color. Lluvia, brisa… Una alfombra marrón. Disfraces de la vida guardaban las gavetas. Dibujos en cuadradas libretas. Todo era lejano más allá de la última acera. La última platanera. Dulces, bollas calientes... Los viernes impacientes. La calle, los sueños, el balón roto… Y tras el muro un suspiro, una espera y un corazón que nunca se fue, que nunca partió.   (Dedicado a la gente que compartió mi infancia, y al pequeño lugar donde crecí)

Pequeño poema de final de OTOÑO...

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  GRATINO los años en el horno de la melancolía. Dislate de presentes imperfectos… Vida que se relaja, extraña, tremendamente humana. Lluvia fina a lomos de un animal sentimental. Agigantados pasos hacia el final. Sacudida de realidad. Imperfecta obscenidad… Y los años que me quedan por contar los momentos imperfectos del verbo “AMAR”.  Cuando el frío cada vez es más desnudo. Y el calor ya no es calor… Quizá el otoño te lleva al lugar donde no sientes… A ese lugar en que ni a ti mismo te mientes. Y el viento vagabundo ha borrado ya tus pisadas. Y tus pies cansados ya no dejan huellas… Solo lágrimas aún no derramadas.

AQUÍ...

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Aquí… Aquí no rugue el viento, solo viento es viento. Pájaros metálicos sobrevuelan cabezas todos los días. Y libélulas azules aletean invisibles alas. Aquí caminamos senderos como hormigas y volamos a lomos del tiempo. No hay segundos… No hay horas… No se oye el silencio… El dolor se mezcla con la prisa y el amor se atisba de vez en cuando. Aquí la lluvia huele a química obrera. Mezclamos las miradas con el suelo buscando un horizonte escondido. Los besos, los besos, se dan de dos en dos en callejones sin luz. Y la vida asoma a través de un rayo de sol que dibuja un tragaluz. El olvido viaja en la Luna de un cielo gris. Las estrellas se dejan ver en leve desliz. Los colores se confunden en tiendas de paraguas y sombreros. La vida y la muerte hace tiempo que se enamoraron y se despiden todos los días a unos pocos metros. Las distancias son versos los Viernes, lamentaciones los Lunes… Aquí donde vivo la felicidad es una dama que cabalga en caballos de color...