A la Caldera, porque si quiero ser poeta y palmero debo dedicarle un poema…
Envuelta en graznidos musicales de tus aves ancestrales
Sueños de cascadas de colores.
Tus silencios rotos por crujidos de pinares.
Majestuosos tus picos por donde se cuela el sol todas las tardes.
Inmensidad que cubres todas mis inquietudes.
Grandes tus mares con olas de nubes.
Ahí estas como una meta y como un afán
Ahí estas imperturbable y con majestad
Lejano sitio de mi orfandad
Lejos de tu abrigo, lejos de tu cobijo y de tu calor
Lejos de tus grajas, lejos de tu mar de nubes estoy…
Solo me queda el sentimiento del pobre palmero que se encuentra lejos de ti y que como todos quiere volver a ti…
Juan Salvador Pérez Hernández.
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