UN PEQUEÑO RELATO DE UNA TORMENTA...
El olor a arena se hacía insoportable. Aun así las horas pasaban con un hilo de humedad que se colaba por tus sentidos. La gran tormenta se avecinaba y ya no había tiempo de hacer nada más. Todo estaba en silencio, solamente algún vencejo ajeno a todo hacia piruetas con el poco viento que precedía a aquella masa oscura que se acercaba por el mar. Seguíamos ajenos a todo y aunque ya estábamos advertidos, nosotros los niños, solo pensábamos en nuestros juegos y de vez en cuando mirábamos al mar sin llegar a entender que todo aquel negro que cubría el mar en pocas horas iba a estar sobre nuestras cabezas. Y así fue como de repente y sin esperarlo tan pronto, un estruendo nos hizo de repente volver a la extraña realidad de las cosas reales, y se interrumpieron nuestros juegos y por un largo tiempo nos pusimos a merced y a voluntad de los agentes naturales que a pesar de todo y frente a todas las cosas dominaron nuestras vidas aquella tarde de tormenta de mi infancia que no olvidare. Aquel verano de hace ya unos cuantos años, cuando lo único que me importaba era jugar y pasar los días imaginando tormentas que traían piratas en barcos con banderas negras y que alguna vez que otra encallaban en aquella costa que me enseño hace ya mucho tiempo que la fantasía y el mar son hermanos y que por mucho que yo quisiera nunca me podría olvidar de aquel día de mi infancia.
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